De las cosas que vienen a la mente, al leerlo, es la
presencia de la ciudad, sus ruidos y silencios (escasos); pensar que es lo que
se escucha a diario cuando se transita por la misma. Vivimos inmersos en la
costumbre del motor, en motos, autos, tren, etcétera, que a veces ni percibimos
su potencial. Lo que hizo recordar la pieza de Lázaro V. y la película Dancer in the dark.
Es un texto que se disfruta, desde la pequeña recapitulación
de lo que significó la industrialización en cuestión auditiva, hasta lo que ha
ido aportado al arte sonoro. No obstante auque se escribió hace más de un siglo
se siente fresco y presente. Queda la reflexión si el ruido puede ser emotivo, violento, referencial o
humano.